(Documento final presentado a la Asamblea ideológica departamental de Risaralda)
“Al sur la represión, al norte la depresión.
La moda del norte, moda universal, celebra al arte neutral
Y aplaude a la víbora que se muerde la cola y la encuentra sabrosa.
La cultura y la política se han convertido en artículos de consumo.
Los presidentes se eligen por televisión, como los jabones,
y los poetas cumplen una función decorativa.
No hay más magia que la del mercado, ni más héroes que los banqueros.
La democracia es un lujo del norte.
Al sur se le permite el espectáculo, que eso no se le niega a nadie.
y a nadie molesta mucho, al fin y al cabo,
que la política sea democrática, siempre y cuando la economía no lo sea.
Cuando cae el telón, una vez depositados los votos en las urnas,
la realidad impone la ley del más fuerte, que es la ley del dinero.
Así lo quiere el orden natural de las cosas.
En el sur del mundo, enseña el sistema, la violencia y el hambre
no pertenecen a la historia, sino a la naturaleza,
y la justicia y la libertad han sido condenadas a odiarse”
(Eduardo Galeano, “El Libro de los Abrazos”)
I. ¿PARA DÓNDE VAMOS?
Se dice por ahí que la izquierda actual es distópica, pero no es posible que un revolucionario no tenga utopías. Así que ateniéndonos a este aserto permítannos formular la nuestra, ya que nos sentimos distópicos. Empecemos por fijar nuestro punto de llegada que creemos ha sido el asunto nodal que nos ha impedido avanzar hacia un unos acuerdos mínimos que nos sean comunes, con el fin de hacer un diálogo constructivo con las demás fuerzas política que no sólo hacen parte del PDA sino de muchas otras que aspiran a lo mismo que nosotros.
Permítannos proponerles como meta de llegada LA CONSOLIDACIÓN DE LA NACIONALIDAD COLOMBIANA. Colombia es una nación construida a medias , con un territorio donde están asentados una serie de pueblos y culturas centralizadas por un mando político y administrativo, que por años se ha empeñado en mantener una UNIDAD nacional alrededor de unos intereses oligárquicos firmemente vinculados a las políticas y economías de las potencias imperiales de turno; y que en suerte nos tocó la norteamericana. La caracterización del estado colombiano ha sido el asunto temático del discurrir de la izquierda; y de cómo se concibe éste, se diferencia la intencionalidad política de los distintos grupos o facciones partidarias del movimiento político popular.
Consolidar la nacionalidad colombiana pasa por identificar los rasgo culturales que nos son comunes, los valores socio culturales que nos identifiquen, que nos hagan sentir como un solo ente, los que lentamente se van reemplazando por una aculturación proveniente del consumismo y de otros valores, que son producto del devenir histórico de otro pueblo y de sus valores formados particularmente en la compulsión del consumir. Estos valores que nos son tan preciados, que parecieran ser obsoletos, pero que dada nuestra diversidad cultural nos resulta un poco difícil precisar, para juntar con ellos un concepto de nación - pueblo unicultural, siguen siendo válidos para sustentar la idea de ser una sociedad multicultural, un país de regiones. En esta parte rescatamos el valor de la Constitución del 91 en sentido de ser un estado unitario pero descentralizado, cuya tarea se quedó en la creación de una comisión estudiando el tema de un posible Plan Ordenamiento Territorial nacional, que contemplara la autonomía administrativa y política, centrado en una política nacional de estado que sirva como instrumento protector de éstas. Debe ser claro para el gobierno y para nosotros, ciudadanos, pueblo, que ese ente que es el Estado debe generar acciones que propendan por equilibrar las profundas desigualdades sociales por la acumulación indebida de la riqueza, generada por el trabajo de la inmensa mayoría del pueblo colombiano. Ello requiere de una revolución cultural propia.
Un proyecto político que se proponga esta meta tendrá que colocarse en los términos de un gran educador y generar un potente liderazgo para dinamizar procesos de construcción de valores éticos, culturales, estéticos, científicos a partir de los acumulados históricos de nuestra corta existencia como república supuestamente independiente y el legado de la humanidad a través de los intercambios multilaterales de tipo económico, político, cultural y científico.
Este capitalismo está en una etapa superior y final de su existencia en su forma clásica neoliberal, que se halla en crisis terminal y por lo tanto violenta y a la defensiva - ofensiva. Esto se manifiesta en las crisis cíclicas que cada vez acortan sus períodos recesivos y la injerencia violenta y usurpadora de su política exterior, que es lo que ocurre con los países europeos y los mismos Estados Unidos que se mueven en el modelo neoliberal. El gran capital monopólico ha colocado a la sociedad y al estado norteamericano sobre todo, como el gendarme para proteger sus intereses y garantizar su expansión siendo Israel el estado de avanzada político militar del medio oriente y la OTAN y la Banca Multilateral como la superestructura real del mundo.
En este contexto internacional se mueve América Latina, cada vez políticamente más alejada de los propósitos neoliberales y con una fuerte tendencia a profundizar su autonomía y estrechar lazos de solidaridad socio política en la región. Los cambios en la intencionalidad política hacia proyectos económicos más sociales y sostenibles son una luz de esperanza que en Colombia debemos ayudar a consolidar profundizando nuestras relaciones con los pueblos que constituyen estos países.
Construir nuestra nacionalidad exige una contextualización en el escenario latinoamericano, pero sobre todo en lo regional: unidad de los pueblos por encima de los gobiernos de turno, gobernabilidad política orientada a unirnos más allá de los acuerdos de estado, ampliación de las democracias internas y consolidación de pactos regionales, como los que ya existen, sobre la base de cooperación y la construcción de vocaciones productivas dentro del concepto de la división internacional del trabajo.
En lo regional es innegable que nuestra frontera agrícola se reduce cada vez más con anuencia de los gobiernos de turno y la presión imperialista que necesita mercados en donde colocar sus excedentes productivos agrícolas y la producción nacional se orienta hacia productos de baja contribución mientras se nos vende la idea hacia el desarrollo del turismo, como una gran reserva en la cual nuestra fauna y flora, con nosotros a bordo, nos convirtamos en especímenes para ser contemplados por la curiosidad de ciudadanos venidos de los países ricos y vivir del comercio, de la propina y del servicio, condenando a nuestro territorio al deterioro paulatino y sostenido del ecosistema por el sólo hecho de favorecer intereses extranjeros, entre los cuales se esconde el robo de nuestra biodiversidad, patentada a favor de las multinacionales, prohibiendo de paso la utilización de los conocimientos ancestrales en bien de nuestro pueblo.
Lo anterior está relacionado con una no solucionada problemática estructural que es de tipo histórico y que se refiere a la posesión de la tierra en manos de latifundistas que en las más de las veces fueron expropiadas a sus naturales dueños y que han generado las violencias inveteradas de nuestra existencia como sociedad. A través del tiempo esta situación se ha mantenido bajo formas legales del despojo, legitimadas a través de gobiernos y el estado liderado por esos sectores. Se han hecho reformas liberales que han tocado estos intereses y que terminan en saludos a la bandera por las contrarreformas agrarias realizadas por vías de hecho como hoy nos los muestran las usurpación de las tierras a través de los paramilitares, grupos irregulares de avanzada del gran capital, quienes combinando todas las formas de lucha han llegado a ostentar el poder en Colombia vía electoral. Pero esto está articulado al capitalismo monopólico que le coloca su sello y conducción, pues utiliza su maquinaria financiera para apoderarse de los terrenos productivos expropiados a través de financiamiento usurero que resulta impagable en medio de las condiciones micro y macroeconómicas establecidas desde el Estado.
Mientras que la producción industrial se recorta, el trabajo formal se desformaliza, en el mejor de los casos; y se reemplaza por el del rebusque y el mininarcotráfico, el comercio en gran medida es informal, el empleo mitigante, a partir de obras de infraestructura contractualizadas por segmentos, para generar clientela electoral y rebajar costos de producción, en tanto que a los empresarios locales les toca competir con la deslealtad productiva de competidores nacionales y foráneos (apadrinados) que violan todas las normas laborales y reciben apoyos financieros sospechosos, sin contar con la corrupción administrativa abusiva, auspiciada por acción y omisión de fuerzas políticas que se reclaman consecuentes y solidarias con los intereses populares.
La producción alimentaria colombiana y la biodiversidad nacional deben ser elementos constitutivos de nuestra identidad nacional en tanto que son recursos estratégicos y fundamentales para nuestra seguridad vital (deben ser declarados desde la Constitución Política como sectores estratégicos y de seguridad nacional) y que articulados a todo lo anterior es el panorama que tenemos para llegar a donde pretendemos llegar: LA CONSOLIDACIÓN DE NUESTRA NACIONALIDAD COLOMBIANA.
II . ¿DE DÓNDE VENIMOS?
Nos referimos al POLO DEMOCRÁTICO ALTERNATIVO (PDA). Esto también lo tenemos que precisar entre nosotros, pues a veces nuestra memoria histórica nos falla y esto suele ser peligroso, pues nos lleva a reincidir en los mismos errores de antaño que de tanto repetirlos terminan por volverse un lastre insacudible, como un fardo que de tanto cargarlo nos convierte en inservibles, paralizándonos para la acción, convirtiéndonos en escépticos morbosos, compulsivos o en rabiosos agitadores convencidos de que nuestros males son el producto de la mala leche de nuestro enemigos y no de nuestros defectos y errores.
Empecemos por decir que tenemos nuestro origen en una vieja idea de unidad del pueblo colombiano desde la época de la UNIR de Gaitán, pasando por todos los movimientos que en este sentido han existido, desde el Frente Unido de Camilo Torres hasta lo que hoy somos nosotros. Y ahora, toda esa amalgama de grupos autónomos que constituían dichas unidades, pasaron a convertirse en partido político desde el punto de vista formal y no estructural. La esencia ideológica de la izquierda democrática así mismo tiene vacíos, a través de los cuales se han generado divergencias que se tornaron irreconciliables para sectores o tendencias que hicieron cuestionamientos en coyunturas del pasado inmediato; y es esta una situación que se debe remediar para construir un verdadero movimiento sólido en el tiempo.
Pero esos ideales de unidad no pueden entenderse sin el reconocimiento de que en ellos confluían sectores de la sociedad estructurados en partidos políticos, con idearios muy precisos y debidamente delimitados por su historia, sus estructuras formales, su influencia social, su capacidad organizativa, sus programas y su vocación de poder desde su opción particular. Que son los mismos que por efectos de la reforma política del 2005 y las acciones del gobierno de Uribe obligaron a fundar y organizar el PDA, siguiendo el ejemplo de otras unidades dadas en el mismo sentido en América Latina. Somos el resultado de un gran acuerdo nacional en cual confluyeron dos vertientes de la izquierda nacional, diferentes en como construir una nación digna, soberana, decente y justa: Alternativa Democrática y el Polo Democrático Independiente pero unificadas en el imaginario de que solo la democracia sería la vía expedita para lograrlo.
III.¿QUIÉNES SOMOS?
El PDA como “partido” democrático, civilista, pluralista, multicultural y pluriétnico (artículo 2 de los estatutos), se ha convertido en una institución pilar de la democracia Colombiana y de América. La coyuntura quedó atrás y el “partido” alcanzó trascendencia nacional e internacional. Sin embargo para concretar su naturaleza y proyectar la institución de forma sólida y viable en el tiempo es necesario definir si se trata de un partido político o de un frente de fuerzas de izquierda, pues la realidad nos muestra en la práctica manejos divergentes con la definición de partido. La realidad que vive el partido es la de una dispersión ideológica que se manifiesta en la aplicación de la “democracia” que conviene más a las fuerzas, tendencias o partidos existentes dentro del Polo, en las regiones donde las mismas son mayoría. Esto implica la revisión de dicho concepto desde el interior del PDA. Dicha dispersión ideológica genera a su vez dispersión del movimiento social y de masas y una deficiencia organizativa del partido que excluye la visión gerencial con que toda organización sin importar su naturaleza, se debe manejar. Ello implica una determinación de objetivos a largo, mediano y corto plazo, en los cuales estén contenidos los escenarios a los cuales se aspira a llegar y la revisión frecuente de los mismos de acuerdo a los cambios sociales, políticos y económicos mundiales y nacionales. Razón suficiente para articular en torno al ideario de unidad al movimiento social, sindical y de masas; más no como propiedad de ideologías dispersas que restan fuerza y cohesión.
Es también necesario que aceptemos que el PDA es una construcción política de tipo electoral, como también social y cívico. Es una organización de izquierda y “ALTERNATIVA” al régimen actual, superando la oposición “per se” y presentando propuestas alternativas a todos los asuntos de país. El carácter político y electoral del partido implica la construcción de un aparato electoral y la formación de líderes propios para garantizar calidad en las propuestas, en el debate, en el desarrollo partidario, en la comprensión de las realidades nacionales y mundiales. Este aspecto se debe reglamentar, así propender por el relevo generacional, conservar el acervo ideológico propio y garantizar posibilidades reales de acceso al poder desde el nivel gubernamental como desde el movimiento social.
Los partidos que constituyen el PDA se hacen llamar a sí mismos “tendencias” que no lo son, porque estos son organizaciones de existencia histórica y con estructuras partidarias consolidadas: Dirección centralizada, democracia interna, organismos de base propios, influencia en el movimiento social con cuadros especializados en éstos, sistema organizacional de cuadros disciplinados y con formación conceptual y capacidad política de conducción, definición estratégica, razón de ser de su existencia y presencia política nacional. Con estas connotaciones tenemos que aseverar que el ideario de unidad es no funcional, el proyecto como partido lo es igual, pues cada una de estas estructuras partidarias se deben a su propia dinámica y no a la que se genere desde el PDA, por eso su manera de funcionar lo hacen a través de acuerdos nacionales entre las fuerzas en donde lo regional no es más que el mandato nacional, así en ésta la correlación de fuerzas sea diferente y esté en manos de otras fuerzas política que a nivel nacional son minoría al interior del Polo y no tenga representación en el ejecutivo y mucho menos en el parlamento.
En cuanto a nosotros. el Comité de Trabajo Social y Político”, nos identificamos como un organismo celular del PDA que hacemos parte de una tendencia nacional que subyace en el imaginarios social, que bien puede hacer parte del PDA como de otras fuerzas políticas y populares que sin militar en el polo son opciones reales de participación política consecuente, democrática y transformacional. Entiéndase el concepto de tendencia en los términos de las ciencias sociales: fuerza, ley, principio objetivo de tipo teleológico que se desplaza hacia un fin “inexorable” pero que puede regularse consciente e intencionalmente para acelerar el proceso o frenarlo.
¿Cuál es ese principio por el que abogamos y que se desplaza inexorable y podemos regular?
La construcción de una sociedad más justa e igualitaria es una ley natural del desarrollo humano, es una búsqueda incesante de la especie humana para alcanzar la felicidad; y ¿cuál es ese principio, ley que nos conduce hacia ese fin ?. La democracia como forma de gobierno, de conducción, de vida, como principio fundamental de la ética y el respeto por la dignidad del colectivo y el individuo humano, sólo aplicable en la comunidad, en la organizacionalidad en términos de sujetos colectivos en la cual el reconocimiento de lo individual plenamente es posible con la práctica de la democracia.
La democracia entonces la entendemos como la metodología de conducción política para el ejercicio del poder, en la cual está garantizada la individuación del sujeto humano, pues el ser humano sólo es tal cuando interactúa con otros seres humanos y con el medio en que éstos existen. La democracia siempre será un punto de llegada que a la vez es un camino que nos conduce a ella misma.
Con el anterior aserto debemos entonces precisar que cuando hablamos de democracia no nos referimos únicamente a la exigencia de derechos a las clases dominantes, que sin duda debe seguir siendo una condición para alcanzar nuestros objetivos políticos. Ampliar los ámbitos de nuestra democracia constreñida por la dictadura oligopólico colombiana será un imperativo permanente de nuestro discurrir político, pero no es viable esta exigencia sólo si la referimos a nuestros contrincantes de clase, mientras que en nuestra propia práctica política y social está ausente la metodología de democracia verdadera, pues qué sentido tiene exigirle democracia a las clases dominantes mientras que practicamos la misma antidemocracia que le censuramos a aquellas?
IV. ¿CUÁL ES EL CAMINO?
La construcción de un proyecto político profundamente democrático cuyo núcleo central bien puede ser el PDA y su reorganización. Un partido que sea vehículo de construcción de un proyecto de país, el cual no puede ser construido con los postulados de una agrupación política específica. Consideramos que es condición indispensable el planteamiento al país de un nuevo acuerdo nacional (un nuevo contrato social) y de esta forma convocar a una ASAMBLEA NACIONAL CONSTITUYENTE que redacte una nueva carta a partir de un acuerdo nacional abierto a todos los sectores, que implique su participación democrática garantizada y de cara a toda la ciudadanía para que sus conclusiones y mandatos sean compartidos por todos y asumidos en consecuencia. Dicho acuerdo debe contener específicamente el compromiso acerca de la caracterización de la sociedad que queremos ( que en nuestra propuesta debe ser democrática y socialista, en el entendido del respeto de un Estado social que garantice los derechos naturales, humanos y ciudadanos por encima de consideraciones y cálculos económicos de lucro).
La construcción de un nuevo país desde la opción de una construcción de la nacionalidad es desde las regiones al centro, desde las municipalidades, desde nuevas formas de organización territorial del Estado Colombiano. El nuestro es un país de regiones que contiene dentro de sus territorios diversidad de culturas, razas y visiones cosmogónicas, prácticas ancestrales, interiorización única de la modernidad. Si nos fijamos bien el nuestro es un Estado en la práctica de federaciones culturales que responden de diferente forma al ordenamiento social, político y económico colombiano. Es por esta razón que se ha beneficiado a través de nuestra historia republicana a ciertas regiones con afinidades culturales, mientras que se ha excluído a aquellas con las que no se identifica la visión cósmica de los dirigentes nacionales. Ello ha contribuido en gran medida al atraso general del país y al ostracismo al que se ha condenado a generaciones enteras de compatriotas, por el solo hecho de sus diferencias. Una organización federal puede contribuir a una mejor marcha de los pueblos en base a sus diferencias, que también son sus fortalezas y que son mejor comprendidas por sus pares, contribuyendo a su vez con su desarrollo particular al engrandecimiento de la Nación Colombiana a partir del reconocimiento tácito y explícito, nominal y real de sus diferencias.
Para que el PDA sea una fuerza política real, efectiva en su impacto socio político éste debe ser refundado ya sea para constituirlo en un Movimiento Político amplio de masas, que implica convivir con estas fuerzas y a la vez exigirles respeto a nuestras diferencias sin que ambas partes amarren a la contraparte instrumentalmente. Y en caso contrario de convertirlo en un partido político, éstos aparatos partidarios deben desaparecer y organizarse en las estructuras “naturales” del partido que son sus comités de base, su direcciones locales, regionales y nacionales, las consultivas respectivas y con una definición muy clara por el tipo de partido si es de masas o de cuadros, con un fuerte arraigo popular y relaciones democráticas y respetuosas con los pobladores, trabajadores y ciudadanos con los que se hace la construcción de la vida nacional.
La actualización del discurso es parte esencial de esta modernización, ya que la retórica clásica de la izquierda, si bien mantiene la esencia filosófica, también es cierto que se debe adaptar a los cambios de las generaciones que precedieron las justas sociales desde la revolución bolchevique de 1917 o el verano Europeo (Francia) de 1968, el nacimiento de la guerra armada latinoamericana de la década de los cincuenta (Cuba) del siglo veinte o el nacimiento de las guerrillas colombianas en los sesenta del mismo siglo. El discurso le debe decir algo a la generación actual y a las venideras, no solo conceptualmente, sino también en su forma lingüística.
El proyecto de izquierda debe ser entendible y viable para los colombianos y colombianas. La izquierda es la posibilidad de cambio, equidad y justicia social; y debe construirse sobre la base de la realidad que vive el país, aceptando que también existen posiciones diferentes a las nuestras e incluso contrarias, pero que hacen parte de la esencia de los habitantes, razas, creencias e ideologías que confluyen en el territorio que habitamos. No en vano al interior del escudo nacional se lee: “Libertad y Orden” dos conceptos propios de las ideologías de izquierda y derecha democráticas que habitan en Colombia.
Una política nacional de reconciliación y un proyecto de movilización cultural y educativo que convierta al país en un escenario para el cambio de nuestras costumbres, consolidación de nuestros valores ancestrales, el afianzamiento de la democracia, la participación ciudadana, la investigación científica, la creatividad artística y la consolidación de las regiones como entes administrativos descentralizados y autónomos, defensa del aparato productivo nacional, desprivatización de los servicios públicos fundamentales, protección laboral de los trabajadores y regulación vigilada del sector financiero dentro de la perspectiva de definirnos como una sociedad con vocación agrícola, fortaleza competitiva con cualquiera otra sociedad de la tierra, han de ser el camino que nos lleve a alcanzar la transformación que nos anima a los que creemos que un mejor país es posible.
El predicado contenido en el ideario de unidad, se ha utilizado repetidamente en el discurso del Polo en diferentes escenarios y a través de nuestra historia como partido. Pero es inconveniente a todas luces que el desarrollo y proyección del partido esté sustentado en una coyuntura que se va haciendo lejana, así como en nombres particulares de personajes que si bien siniestros, no son en última instancia el “enemigo” sino que por el contrario son actores coyunturales y mandaderos de un orden mundial dominado por organizaciones financieras que han sobrepasado a los gobiernos del mundo y se han constituido en un gobierno supranacional y global que impone las condiciones económicas que deben adoptar los pueblos y determinan las condiciones de vida cada vez más precarias de la población mundial.
COMITÉ DE BASE “ORLANDO FALS BORDA” – PDA
Febrero de 2012
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