sábado, 30 de marzo de 2013

KAZIYADU O UNA SEGUNDA REPÚBLICA COLOMBIANA


Por: Carlos Mario Marín Ossa.
         @MarioossaM


Kaziyadu en el idioma huitoto de los indígenas del Amazonas, significa “despertar” o “renacer”. Y ante la crisis estructural por la que atraviesa nuestra nación, es el camino a seguir un renacer desde lo raizal, con generación de conocimientos y dinámicas propias en todas las esferas; para apuntalar y consolidar el proceso creciente de reafirmación de lo local y la diversidad de nuestro pueblo y territorio.

La república de Colombia, como argumenta Orlando Fals Borda, tiene su cimiento estatal bajo el modelo del Estado-nación europeo, proyecto histórico que ha buscado la homogenización cultural, étnica y religiosa en cada escenario, y la centralización del poder dentro de este (1)[i] (sic).

El fracaso de las políticas nacionales que se vienen adoptando por los diversos gobiernos (que son el mismo, con rostros diferentes) en todos los frentes, desde los inicios de la república –es decir, desde hace poco más de 200 años-, obedecen a varios factores entre los que se cuentan primordialmente dos:

1.  Nos ha gobernado un minúsculo grupo de la élite económica y social que tiene sus “raíces” en la tradición española, a la que se le han sumado algunos inmigrantes de los países del cercano oriente. Estos han impuesto las condiciones para preservar sus privilegios.

2. Los modelos socioeconómicos impuestos se basan en la tradición y formulación eurocéntrica, sin que tengan en cuenta las realidades diversas de la Nación colombiana.

Como respuesta a las condiciones asimétricas generadas por esta manipulación sobre el pueblo colombiano, y en la búsqueda de las soluciones que nos lleven a encontrar calidad de vida, bienestar y desarrollo dentro de condiciones de autonomía y soberanía; podemos adoptar en líneas gruesas dos acciones fundamentales:

1. Fortalecer y consolidar el desarrollo local desde los conceptos y realidades sociales, culturales, étnicas, ecológicas, geográficas y económicas. En este proceso debe surgir el reconocimiento de nuestra diversidad y de allí el orgullo de nuestra particularidad, la dignidad de nuestra vida y nuestro papel en el mundo, la ética con nuestro entorno natural y social. Como resultado eco-social, es imperativo el surgimiento de mujeres y hombres líderes y conocedores de su entorno; que sobre su papel de seres políticos y sociales comiencen a crear ese recambio en los niveles gubernativos y en las esferas económicas. Estos nuevos dirigentes deben ser quienes gobiernen sus territorios en representación y defensa de su cosmogonía, garantizando formas realmente democráticas de participación y bienestar.

2. Los colombianos, debemos garantizar inicialmente desde lo local y a partir de allí hacia lo nacional; la generación de conocimiento autóctono, raizal, sobre la base de la interrelación con nuestro entorno tropical. Debemos generar modelos propios, que expliquen nuestra realidad y nuestra historia; para que desde allí se planteen las soluciones necesarias a los problemas que como Nación tenemos. Es cierto también que el acumulado de la humanidad no se debe desconocer, como cierto es que las realidades en el planeta varían por razones de geografía, cultura, etnografía e historia.


Las construcciones Fals Borda.


La propuesta a en la que trabajamos, tiene como elemento transversal la participación en todos los niveles y espacios. Con esta herramienta democrática y social se fortalece el poder local porque ayuda al reconocimiento del territorio, de la cultura particular y sus hilos conectores con diferentes grupos poblacionales de la localidad y la región, de las fronteras geo-culturales, de los anhelos y formas de vida de los asentamientos humanos y por ende de la calidad de vida, bienestar y desarrollo esperado por el pueblo. A partir de la sumatoria regional de estos procesos, debemos construir la segunda república colombiana, con base en la realidad nacional y con las soluciones correspondientes a los problemas que requerimos; sustentadas en nuestros propios desarrollos y en nuestra soberanía autonómica. En pocas palabras, soluciones endógenas apoyadas en el conocimiento universal cuando así se requiera.

Foto/Carlos Mario Marín Ossa.


El Comité de Trabajo Político y Social de Base “Orlando Fals borda” se soporta en estas premisas participativas, conducentes en primera instancia a la conciencia sobre los derechos que tenemos como seres humanos, luego como ciudadanos y también como contribuyentes. Una triple condición de este pueblo que vive en la realidad de un Estado Nación que queremos se dirija hacia una concepción Eco-social, de fundamentos raizales y elementos vernáculos. El rescate del estado de bienestar es el primer paso.

Es necesario crear sobre nuestra realidad y sobre nuestra gente (que no se representa en la élite gobernante) un Estado fuerte, que surgirá de una sociedad civil (pueblo) fuerte y con la consciencia de su ya amplio recorrido histórico común. Ello nos remite a la idea que Estado fuerte es aquél cuya consolidación  no excluye sino que fortalece la capacidad de la sociedad de operar con un máximo de coherencia interna y un máximo despliegue de potencialidades creativas (2) [ii](sic), coherencia que parte desde el constructo de la periferia al centro o de las regiones a la totalidad del país; y despliegue de potencialidades generadas por conocimiento y modelos propios. En suma todo fundamentado por nuestra autonomía y soberanía reales.

Propuestas de las regiones al centro.

Algunas de las propuestas sintetizadas desde el Comité Fals Borda, y que se sumergen en una concepción ideológica y política más profunda –un sistema ideológico- van referidas a todos los ámbitos humanos de interacción y construcción social. Son universales y muy lógicas, porque parten precisamente de la observación y el estudio de nuestras realidades y anhelos como Nación.

En primer lugar, proponemos construir y consolidar la identidad de la nacionalidad colombiana desde las regiones y sus diferencias. Para ello es clave una educación participativa y Sentipensante, que procure la investigación en las comunidades para ofrecer alternativas de solución a los muchos problemas existentes. La organización social como medio de buscar estas soluciones es otro imperativo.

Carnaval de Barranquilla. Foto/Carlos Mario Marín Ossa


En segundo lugar, el pueblo colombiano debe defender la soberanía alimentaria de la nación y su biodiversidad. El campo es y ha sido fundamento de nuestra cultura y de nuestra historia. Aún hoy, la gran mayoría de los colombianos tenemos vínculos directos o indirectos, incluso sentimentales con el campo. Las élites gobernantes han entregado este sector estratégico y de seguridad nacional a manos extranjeras. La concentración de la tierra productiva en manos de multinacionales foráneas y “organizaciones” locales de élite es una realidad, como lo es la apropiación por la vía “legal” pero inmoral, cuando no violenta a través de las armas, de las tierras y de nuestra riqueza biológica. Existen semillas alimentarias y riqueza biológica patentadas por la multinacional gringa Monsanto  –de propiedad de la organización Rockefeller-, que otrora tirara toneladas de agente naranja sobre la población Vietnamita; e incluso en Colombia sobre tierras agrícolas del Tolima con efectos monstruosos sobre la población y su descendencia. Todo bajo la complacencia de las élites gobernantes, historia ampliamente documentada, por ejemplo a través del periodista colombiano Germán Castro Caicedo (3)[iii]. Entre tanto, en Estados Unidos de Norteamérica, el campo es protegido como un sector estratégico de seguridad nacional. ¡Como debe ser!

Finalmente, la industria nacional también debe ser protegida como generadora de riqueza y trabajo para el pueblo. Debe defendérsele de la competencia desleal fomentada desde el gobierno, que otorga condiciones tributarias de insospechada generosidad, mientras a la empresa nacional se le grava sin piedad. Cabe aclarar, que cuando hablamos de industria nacional, nos referimos también a la pequeña, mediana y micro.

Sólo los sectores primario y secundario de la economía -esto es el campo y su producción agrícola, pecuaria, aviar, porcina y piscícola, así como la industria-, generan o pueden generar valor agregado al proceso económico (y por lo tanto riqueza y expansión). Por eso deben ser protegidos por el gobierno y el Estado. Además de ello, el campo debe gozar de protección especial; pues es el factor productivo que no se multiplica (salvo vía productividad y ello tiene límite). Tierra existe la que hay. Por eso es objetivo de codicia y causa de nuestro conflicto violento y social.

Los sectores económicos nacionales reinvierten las utilidades dentro del país en su mayor proporción, mientras que las multinacionales foráneas se llevan la riqueza producida por los colombianos, para apalancar los generosos niveles de vida de vida y privilegios de parte de su población; y a los nacionales nos quedan sólo el esfuerzo y los costos invisibles de la actividad económica de un capitalismo salvaje y destructor del medio ambiente, de la cultura y las raíces históricas de nuestra Nación –producto del imperialismo cultural- y de la imposición de modelos económicos ajenos a nuestra realidad y a nuestro interés.

Pero no se crea que sólo nos preocupamos por los aspectos cuantitativos de la actividad económica. Abogamos por una economía social, que tenga en cuenta al ser humano como fundamento y destino de su existencia. Lo culitativo de la economía y su impacto sobre los seres humanos en términos de calidad de vida, bienestar y desarrollo basados en las cosmogonías particulares; deben ser el sustrato fundamental de la ciencia económica sentipensante.

Los servicios y la tecnología son apoyos a los sectores reales (campo – industria), son instrumentos y no fines por si mismos.

Réplica pueblo tradicional cafetero. Foto/Carlos Mario Marín Ossa.


Ahora, no pretendemos fomentar la xenofobia. Lo que proponemos y buscamos es que nuestras relaciones con el mundo, se den en términos de equidad y respeto. Que sean relaciones gana-gana con las que avancemos firmes en un camino autonómico y soberano, con el que generemos lo aquí varias veces repetido: calidad de vida, bienestar y desarrollo.

Para que estas relaciones con el mundo se den, primero deben darse al interior de nuestra Nación Colombiana. Kaziyadu, un inicio raizal.





(1)     Fals Borda, Orlando. Ante la crisis del país, pág. 13. El Áncora editores-Panamericana editorial. Bogotá 2003.
(2)     Perales Arretxe, Isou. Poder local y democracia participativa en América Latina, pág. 100. Fundación para la investigación y la cultura FICA. Bogotá 2004.
(3)     Castro Caicedo, Germán. Colombia Amarga, cap. II. Primera edición. Bogotá 1976

2 comentarios:

  1. Me complace saber que desde Unidad Democrática hemos mantenido una afinidad con el desarrollo del trabajo que en vida desarrollo el maestro Orlando Fals Borda a quien lo unia con el Senador Luis Carlos Avellaneda una amistad y a quien este le profesaba un gran respeto y aún después de su muerte considera que su pensamiento es un gran aporte a la unidad de los pueblos.

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  2. carlos mario :En la medida que se profundiza en las verdaderas razones por las cuales este país y otros se encuentran a merced de países mas poderosos, que nos amenazan veladamente, y lo mas grave es que esta situación necesita de traidores y cómplices de nuestro detrimento como sociedad y como pueblo... a los cuales no les importa el futuro de nuestras futuras generaciones su tozudez y ceguera mental los lleva a actuar entre la estupidez y el egoísmo fronteras personales que definitivamente no nos augura un buen panorama. sin embargo encontramos que no estamos solos los que de alguna manera pensamos que las cosas deben cambiar desde la diferencia y no desde la uniformidad.
    NOTA: NO PATROCINAMOS EL ANCIONALISMO A ULTRANZA -- ES SOLO EL RESPETO A LA DIFERENCIA Y AHI NOS ENCONTRAREMOS.
    GERMAN

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