Por: Carlos
Mario Marín Ossa *
El
pasado 04 de junio de 2012, se realizó el encuentro cafetero nacional en
terrenos del resguardo indígena de San Lorenzo, en Riosucio – Caldas-.
Con
la presencia de más de 700 representantes de todos los niveles del proceso del
café en Colombia, en representación de seis regiones (incluida Risaralda) y más
de veinticinco municipios cafeteros; con la participación del Senador Jorge
Enrique Robledo Castillo, del Ingeniero Aurelio Suárez Montoya y del dirigente
caldense Oscar Gutiérrez, pero sin la presencia de los miembros de la
federación; se realizó el diagnóstico -en tono de denuncia- de la crisis, por
parte de todos los asistentes. En un segundo momento del evento, presentaron
sus planteamientos Jorge Robledo y Aurelio Suárez. Finalmente, los asistentes
se dedicaron a realizar el balance y las propuestas de acción frente a la
crisis del sector y de quienes señalan como responsables de la debacle del
renglón económico nacional que propendió por la modernización del país en el
siglo XX y que lo insertó en el concierto mundial.
Un contexto nada amable.
La
producción cafetera nacional, ha venido de revés en revés desde hace dos
décadas, cuando se comenzaron a implementar las políticas neoliberales con las
cuales se había comprometido el gobierno de César Gaviria al implantar la
famosa “apertura económica” planeada e impuesta por los organismos
internacionales (ya en 1989, EEUU rompió el pacto cafetero de cuotas) dispuestos
para defender los intereses de la economía norteamericana, en base al
sacrificio de las economías de países como Colombia. Desde la OMC, el FMI y el
Banco Mundial se han dictado los parámetros para acondicionar todo el aparato
económico, monetario, fiscal, legislativo y de justicia, con el fin de
garantizar los intereses económicos norteamericanos y de los cuales, el café ha
sido una de sus mayores víctimas. Es claro que para que esto sea posible, se ha
contado con el beneplácito de los sucesivos gobiernos nacionales. Hoy el
gobierno del presidente Santos, propone aumentar la contribución cafetera a un
5% por libra, lo cual rechazan de plano todos los cafeteros por considerarlo un
impuesto más, que golpea la ya maltrecha economía del sector.
En
el encuentro, se alzaron voces pidiendo el desmonte de la Federación, por haber
utilizado y engañado a los cafeteros, en beneficio de dirigentes impuestos por
la politiquería nacional. Se cuestionó al presidentes Santos, quien se educó en
los mejores colegios y universidades del mundo, vivió diez años en Londres por
cuenta del dinero de los caficultores y ahora les asesta el golpe mortal.
De
acuerdo a lo expresado por el senador Robledo, en los años noventa, se
producían anualmente 16 millones de sacos de café. Hace cuatro años la
producción había disminuido a un nivel de 8 millones de sacos por año y según
estimativos, en 2012 difícilmente se alcanzará una producción de 7 millones de
sacos. Un retroceso del 50% de la producción en poco más de una década.
Aurelio
Suárez identifica como causas de la actual crisis económica del sector tres
tipos:
1. Internacionales. Resumidas en el modelo neoliberal,
que está diseñado para descargar el peso de la crisis en las naciones más
pobres, con cariz colonial.
2. Políticas
económicas del gobierno colombiano.
Ya que amarran la suerte del país al sistema financiero internacional; y sus
intereses son defendidos por encima de los intereses nacionales de los países
afectados. Un ejemplo lo vemos en que el precio del café está amarrado a la
tasa de cambio, con lo cual los productores nacionales reciben cada vez menos
pesos por dólar exportado, ya que la revaluación se ha hecho incontrolable y el
gobierno nacional no ha tomado medidas serias al respecto.
3. Política
cafetera del país.
Porque abandonaron a los caficultores a su suerte, trazando estrategias como
las de las tiendas Juan Valdez –hoy quebradas- en donde la prioridad nunca fue
el apoyo al campo, sino un negocio de especulación financiera.
Conclusiones.
Luego
del debate del evento, quedaron como algunas de las conclusiones más
importantes, las siguientes:
· 1. Rechazar
tajantemente el aumento de la contribución cafetera planteada por el gobierno.
· 2. Pedir
que se garantice como precio de compra interno, por carga de café, el valor de $1´000.000
· 3. Pedir
una sostenibilidad de precios para los agroinsumos, atados al precio interno.
· 4. Pedir
cuentas del manejo de los recursos cafeteros a la Federación Nacional y al
Fondo Cafetero.
· 5. Exigir
políticas de apoyo a todo el sector agrícola.
· 6. Rechazar
la implementación de los TLC.
· 7. Pedir
que los créditos a los caficultores no se condicionen a la renovación de los
cafetales, basados en la imposición de utilizar ciertas variedades, en contra
de la voluntad del cafetero.
Finalmente, se aprobó la creación de
la Coordinadora Nacional “Dignidad Cafetera” con representación en todas las
regiones y municipios, así como una gran movilización en el mes de Agosto hacia
Manizales, como ciudad emblema del café en el país.
Más allá de todas las consideraciones
y en base a ellas, es importante
recordar que los gobiernos de los países europeos integrantes del G-20, así
como de EEUU y Canadá, consideran su sector agrícola (producción de alimentos)
como un sector estratégico de seguridad nacional, motivo por el cual lo
protegen y subvencionan. ¿Por qué en Colombia no se protege de igual forma?
El pueblo con hambre…
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