Por.
Ana Lucía Marín Escudero
En el proceso de la educación del ser humano los estímulos juegan un papel importantísimo. Todos los que intervienen en la formación integral del individuo deben hacerlo de una manera sistémica, para que el hombre y la mujer del presente y el futuro sean sujetos éticos y políticos que participen en la transformación de la realidad. La familia y la escuela son fundamentales en esa formación.
La secundaria vista como la etapa en la cual la persona descubre el mundo y acumula códigos fundamentales para su desarrollo, los estímulos juegan un papel fundamental. Estos deben ser brindados permanentemente, desde su cotidianidad por sus formadores: padres, docentes, entorno social, líderes de todo rango, medios de comunicación.
El perfil de un estudiante de secundaria , debe ser el mismo para la totalidad de los estudiantes lleguen o no los claustros de la universidad.
Un ciudadano cuyo perfil los lleve a ser ciudadanos íntegros: éticos y políticos, responsables, creativos, que se enfrente con seguridad a retos, que se tracen metas, con buenas relaciones interpersonales, con capacidad para trabajar en equipo, solidarios, analíticos, críticos y consientes de sus responsabilidad individual y colectiva es el que necesita la universidad, y sobre todo la sociedad.
Para el Estado colombiano , según el artículo 76 del capítulo II de la ley 115 de de febrero 8 de 1994 , el currículo es el conjunto de criterios y planes de estudio, programas , metodologías y procesos que contribuyen a la formación integral y a la construcción de identidad cultural nacional , regional y local, incluyendo también los recursos humanos , académicos y físicos para poner en práctica las políticas y llevar cabo el proyecto Educativo institucional (P E I). Los planes de estudio, programas y metodologías deben tener inmersos la forma de estimular constantemente a los adolecentes en la construcción de su perfil, que lo lleve a realizarse como un ser íntegro con capacidad de adquirir conductas y hábitos que contribuyan a la convivencia pacífica y a ser útiles a la sociedad en cualquiera de los escenarios, políticos, económicos sociales, culturales, con liderazgo para la formación de la sociedad presente y futura.
La orientación profesional, diferente a la del perfil debe ser tomada más en serio por los padres y la escuela de secundaria. Por falta de ellos vemos a los jóvenes confundidos al terminar su secundaria, ingresando equivocadamente a carreras de las cuales disertan para cambiarse a otras y luego salen muchísimas veces a realizar actividades que nada tienen que ver con sus carreras.
Los padres de familia, tienen en la educación escolarizada, un pobre papel, aunque la ley 115 tiene establecidas las asociaciones de padres, y en decreto 1286 de abril de del 2005, establece la participación de los padres en los procesos de construcción y evaluación de Proyecto Educativo Institucional P.D.I., como son el Consejo de padres y La Asociación de padres, estos no se involucran responsablemente a ejercer un papel que ayude a tener un currículo acorde con el perfil que dicen los objetivos de la secundaria y la vocación profesional de los educandos.
Tampoco la universidad se preocupa por el perfil del alumno, y en casi la totalidad de los casos se dedica a infundir conocimientos, y a prepararlos para la competitividad, como profesionales idóneos sin compromiso con su patria y sólo con la obsesión de hacerse ricos.
La educación, siempre está hecha por el Estado para defender sus intereses y por ende del modelo económico y político que ostentan.
Los currículos no solamente son los que forman y brindan estímulos a los estudiantes de secundaria para la universidad, sino las metodologías empleadas por los colegios que garanticen un ciudadano que debata con argumentos, que sea capaz de identificar y ayudar a superar las condiciones de inequidad, desigualdad y demás problemáticas existentes en la sociedad.
Urge entonces una Revolución educativa, que lleve a la formación de otro ciudadano para el país que todos queremos, justo y en paz.
Es necesario innovar los currículos y las metodologías de acuerdos a los adelantos tecnológicos y científicos y sobre todo a la realidad política y económica que vivimos: un mundo globalizado, caótico pero para ello hay que romper paradigmas en lo político, en lo económico y en lo cultural.
Nuestra Constitución, que tiene como uno de sus principios ser participativa, aún no ha logrado que la ciudadanía se empodere y se involucre entonces, en la toma de decisiones que es donde está la real participación ciudadana.
Una innovación, podría ser un modelo curricular de integración social, donde los padres lo formulen con el acompañamiento debido, que lo conciban con la sociedad que sueñan construir y persiguiendo alcanzar un desarrollo sostenible en armonía con la naturaleza. Implementar unos programas, metodologías y procesos que contribuyan a la formación integral y a la construcción de una identidad cultural nacional, regional y local, incluyendo también los recursos académicos y físicos para poner en prácticas las políticas educativas y lograr un Proyecto Educativo Institucional que eduque en democracia y para la democracia.
Para que se den cambios revolucionarios en la educación primero debe darse un cambio en las conciencias de todos los integrantes de la comunidad educativa, sobre todo de los padres para que jueguen un papel en el proceso democratizador de los currículos y decidan empoderarse de su verdadero papel, no sólo de buscadores de recursos económicos, reconociendo que ellos son los directamente responsables de la formación de sus hijos.
En conclusión la ausencia de estímulos en la formación del perfil universitario en los currículos en los estudiantes de secundaria, sólo se enmendará con una revolución educativa, desde los lineamientos del Estado y sus políticas públicas de educación, pero para ello necesitamos revolucionar las mentes de todos los colombianos.