jueves, 4 de julio de 2013

Marcha Nacional Anticorrupción: primavera criolla

A raíz del cívico alzamiento de la población brasileña para contener la corrupción –tarifas del transporte entre otros-, está patente como el turno es para Colombia para volcarnos a las calles en un carnaval anticorrupción sobradamente capaz de confrontar y contener con superiores y más surtidas razones el pintoresco carnaval de la ofensiva corrupción cotidiana.
Marchemos contra la corrupción: cinco ciudades iniciarán la nueva batalla de independencia contra la corrupción, al unisonó un mismo día y una misma hora…
Ya es hora en cualquier caso de exteriorizar y caminar nuestra indignación -contra los altos niveles de impunidad y corrupción no solo de parte de servidores públicos en general sino de aquellos encargados de vigilarlos y sancionarlos-, en la exigencia de decisiones frente a las denuncias y de una profunda reforma de los órganos de control -que debieran llamarse de “descontrol” sin excepción alguna-, y del aparato de justicia encargados de sancionarla. Queremos una lucha contra la corrupción sin sesgos, oportuna, pulcra, sin subterfugios, donde no sean los investigados y corruptos quienes escojan el tipo de control deseado, los funcionarios que lo ejercen, al tiempo que definan las reglas del juego bajo las cuales sean procesados o mejor absueltos de antemano… demandamos apoyo efectivo al control social y la participación ciudadana anticorrupción… así como resultados concretos respecto de las denuncias formuladas…
Florero de Llorente anticorrupción: carnaval anticorrupción
Esta convocatoria de expresión pacífica de la indignación colectiva convocada inicialmente por la Red de Veedurías de Colombia Red-Ver está en proceso de consulta con diversas capas de la ciudadanía organizada a nivel regional, y la acogida de la propuesta ha sido inmensa, y se piensa en días simbólicos como el 20 de Julio, como florero anticorrupción. De las mismas harán parte mariachis para contener las ordas de funcionarios viajeros, a las bandas anticorrupción contra las bandas de depredadores del erario público, papayeras para aquellos que han “dado papaya”, y toda suerte de expresiones lúdicas que reclaman una batalla de independiencia contra el saqueo de lo público…
Frente al carnaval de impunidad y corrupción que ha hecho fiestas del país, oponemos un carnaval anticorrupción, en la idea de dar los cambios estratégicos que nos permitan hacer de la democracia participativa una realidad incontenible, abrazadora y promisoria.
Movilización a la colombiana contra la corrupción ya comenzó: veedurías ciudadanas…
Por estos días parece haber hecho carrera la errática afirmación de que en Colombia la ciudadanía no es fuerte en la lucha contra la corrupción porque no se moviliza en marchas al estilo de la Primavera Brasileña. El error es que tal afirmación parte de la errada premisa según la cual si no hay marchas no hay movilización a gran escala. Qué tal si pensamos que la movilización callejera – léase marchas- es apenas una de las expresiones de indignación, y no siempre es la más efectiva, la más adecuada, ni la más oportuna en una país donde la violencia inveterada ha operado como una férula infalible victimizando precisamente al ciudadano “de a pie”.
La movilización ciudadana contra la corrupción tiene varias formas y expresiones que llegan desde la denuncia hasta el ejercicio y conformación de veedurías ciudadanas.
La ciudadanía muy rápidamente detectó que los órganos o dispositivos constitucionales o legales creados para luchar contra la corrupción, aun al interior de la Constitución del 91 eran insuficientes, incompletos, frágiles e incluso sospechosos, por vía de ejemplo esto explica el surgimiento de las veedurías ciudadanas. Fue así como en efecto hace cerca de dos décadas inauguramos el proceso de veeduría ciudadana que instalamos con el seguimiento al proceso 8.000 – presencia de dineros del Cartel de Cali en la campaña presidencial de Ernesto Samper donde su paladín fue Horacio Serpa, ejercicio -.
De manera progresiva la ciudadanía ha venido, a largo y ancho del país, detectando y denunciando irregularidades y grotescos actos de corrupción evidentes lo cual de paso dejó al descubierto lo risibles que son las costosas campañas publicitarias para que la ciudadanía denuncie, cuando precisamente la misma exige prontas sanciones efectivas. Las denuncias están allí, los que no están a tono son los órganos encargados de luchar contra la corrupción, sin excepción alguna: ¡que venga el diablo y escoja!…el problema es que si este viene… en nuestro caso tampoco tendrá de dónde escoger… tendrá que mantenerse en guardia con su afilado tenedor para perplejo aprender del florido repertorio de corrupción en Colombia.
Algunos de los recientes y renovados ejercicios de ciudadanía en función de defensa de lo público tienen varias etapas que pasan por la conformación de veedurías – mecanismo originario del país, visto por organismos especializados como mecanismo de gran importancia- el cual mediante la participación ciudadana se destina a la confrontación cívica de la corrupción. No pocas expresiones de protesta alrededor de este flagelo se dan silenciosamente a diario a lo largo y ancho de la geografía patria. Otras reconocidas experiencias donde como ciudadanos(as) hemos activado nuestra lupa son el cartel de la contratación, reforma a la justicia y serenatas a la justicia -como estética anticorrupción y castigo simbólico al abuso del poder-, e incluso el tema de valorización y basuras en la ciudad, para no mencionar los inagotables temas regionales, donde se libra una guerra aun más desigual en la lucha contra la corrupción, donde dar el paso de marchar y exigir constituye no una opción sino la última posibilidad.

Tomado de www.kienyke.com
Nota: Pereira y Dosquebradas se unirán a la primavera criolla.